bannerTacámbaro - Balcón de Tierra Caliente

Tacámbaro - Algo de Historia - Alma heróica

Poema de José Rubén Romero

I

En la alberca, ese cráter de volcán apagado
La Alberca - Tacámbaro se refleja el pasado
y en la linfa sutil
como una momia heroica retrata su perfil.

Mientras la tarde anémica tiñe de sangre el agua,
sobre las ondas trémulas avanza una piragua,
y de pie, en su interior,
se yergue la figura de un hombre superior.

Besa la nave rústica la verdinegra orilla
y salta de la quilla
magnífico y marcial,
un indio diademado con plumas de quetzal.

Rico carcax sostiene
La Alberca - Tacámbaro donde las flechas brillan cual rayos de Selene;
escudo y negra maza
que son como los férreos tendones de la raza.

Luce sobre los hombros, cual manto soberano,
la piel güindure y fina del puma americano
y en sus ojos de acero
palpita el alma homérica de un semi-dios guerrero.

Sube por la pendiente,
trepa las rocas precipitadamente
y al llegar a la abrupta cima de La Estacada
en el confín extiende su límpida mirada.

Bajo las luces lilas
La Alberca - Tacámbaro del sol agonizante, ¿qué miran sus pupilas?
En la cercana loma,
como sencilla tórtola, Tacámbaro se asoma;
las mieses desplegando su verde cabellera
se agitan temblorosas y llenan la pradera;
el agua errante y mustia se oculta en los barrancos
y unos puntitos blancos
cual lágrimas del Polo,
descansan en el Valle: La Loma, Pino Solo...

El indio se estremece, doblega la cabeza,
una cruel tristeza
como puñal malévolo desgarra sus entrañas;
posa sus ojos lánguidos sobre las rubias cañas
sueña con sus victorias, levanta sus pendones,
La Alberca - Tacámbaro enfila sus honderos, da vida a sus legiones
y añora sus matanzas,
mirando de las cañas las puntiagudas lanzas.

Y dice: en estos sitios se desgranó mi vida,
fué alcázar de mi gloria la Alberca entristecida;
por todas estas sendas
flotaron mis canciones, quedaron mis leyendas,
y en la quietud del llano,
cruzó el amor de Inchátiro tendiéndome la mano...

Tacamba soy , mi reino fué noble y justiciero,
mi brazo fué de acero.
Los hijos de mi estirpe ¿serán como yo fuí?
¿Habrán luchado intrépidos pensando siempre en mí?...

La Alberca - Tacámbaro

Calló el genial monarca;
la noche melancólica tendióse en la comarca:
con su remanso diáfano la Alberca suspiró
y en la montaña lóbrega Tacamba se perdió!

II

Escuche vuestras réplicas el austero cacique,
vuestro labio le indique
que cruzáis como él
por la existencia mísera nimbados de laurel;
que como la de Adonis, vuestra sangre regada
florece transformada
en los campos ubérrimos de amor y libertad!

La Alberca - Tacámbaro

Decidle que sois todos nobleza y corazón,
que sois para los huerfanos cariño y comprensión;
que de los ruines déspotas no soportáis el peso,
que al lado de Codallos sois luz y sois progreso,
y contra el invasor,
Con Régules al frente sois nervio y sois valor!...

III

Cuando el gélido invierno
deshace en todas partes el nido breve y tierno,
la inquieta golondrina
en pos de estas regiones se encamina.

Cuando tristes los árboles sueltan las hojas mustias
La Alberca - Tacámbaro que ruedan por los surcos llorando sus angustias,
de Tacámbaro exúber por la rica pradera
pasa sus dedos cálidos la eterna Primavera.

Así como los pajaros, pan y calor buscamos
y cuando aquí llegamos
tras éxodo cruel,
sentimos en el ánima como un dulzor de miel.

En estos sitios fértiles siempre hallará el viajero
caritativo alero;
quietud bajo las bóvedas que forman los bananos;
amigos en la dicha y en el dolor hermanos!

Por eso os he querido,
porque con mano pródiga me habéis brindado un nido
y porque mis pequeños,
que son el centro erótico de todos mis empeños,
ya tienen en las venas
el jugo de estas tierras prolíficas y buenas!...

Tacamba os ha dejado
como pendón atávico la gloria del pasado;
Régules, al caer,
os heredó su insólita fuerza para vencer;
Codallos, su libérrima nobleza de león:
¡Yo, dejo a vuestras plantas, rendido el corazón!

Sitio patrocinado por:
Internet de Tacámbaro
Producción y Textos:
Eduardo Dávalos H.